Equipo de Respuesta Inmediata a Emergencias

 CRUZ ROJA


¡De nuevo libertad! Nos levantamos a las 9 y fuimos paseando y disfrutando del libre movimiento de nuestras piernas hasta la oficina de Cruz Roja. Enseguida vimos a Clemen y a Munir, que nos informaron de que esta semana estaríamos en las naves del Tarajal hasta que Piniers estuviera desconfiando y pudiéramos volver. 
Fuimos en la furgoneta con otros dos compañeros, hacían bromas entre ellos y escuchábamos “Rolling in the Deep” mientras mirábamos encantadas el mar por la ventana. 
Cuando llegamos vimos emocionadas a algunos de los chicos con los que habíamos estado el último día antes de que nos confinaran, pero apenas podíamos hablar con ellos porque estaban en la nave con todos los menores que dieron positivo. Muchos de ellos acababan hoy el confinamiento y les recogían para llevarles de nuevo al Centro de la Esperanza. Ya quedan muy pocos en la nave “Covid”, y los que quedan terminan el confinamiento esta misma semana. Los chicos de la otra nave, donde están los menores y mayores de edad que han llegado hace poco y están haciendo cuarentena mientras se tramitan sus papeles para ver a donde les van a llevar, se van marchando también poco a poco. Primero viene la policía para llevarlos a comisaría y certificar que han cumplido x días de cuarentena y luego, tras un nuevo test de antígenos se les lleva a donde se ha considerado (CETI, Piniers...).
A los 5 minutos de estar en el Tarajal supimos que el resto de la mañana sería toda igual. No hicimos nada, solo observábamos. La nave “Covid” tenía la puerta abierta y desde fuera veíamos como Nidal hacía piruetas, Hamza bailaba y otros simplemente jugaban entre ellos o daban vueltas por la nave con la música a todo volumen.
Conocimos a otra monitora, Sara, que es educadora social y también trabaja en Piniers. La contamos que además de las prácticas estamos de voluntarias en el grupo de ERIE (equipo de respuesta inmediata de emergencias) de inmigrantes, y ella nos enseñó cómo hacer un parte para cuando tengamos que ir a recoger a alguien.


La noche fue un tanto distinta...Marina y Noelia se fueron pronto a dormir, pero Lucia y yo aún no teníamos sueño. Revisamos todos los canales de televisión buscando algo entretenido, nos comimos todas las pipas que quedaban y miramos nuestras redes sociales un millón de veces, hasta que de repente Munir habló por el grupo nombrado anteriormente, ERIE. Necesitaban a dos personas porque acababa de llegar un chico desde Marruecos a nado. Teniendo en cuenta que eran las doce de la noche y que la noticia no era alegre, quizá suene un poco fuera de lugar...pero Lucía y yo saltábamos y gritábamos sin parar, muertas de los nervios. La frase de Munir fue “cambiaros y bajar cuando os avise”, así que sin pensarlo dos veces, literalmente corrimos por toda la casa para ponernos nuestra ropa de Cruz Roja, cagar, mear, llenarnos una botella de café y salir pitando. 

Munir nos esperaba abajo de casa con la furgoneta. Fuimos hasta la playa del Tarajal, que es la más cercana a la frontera Ceuta-Marruecos, y ahí nos encontramos con dos policías, que fueron los que dieron el aviso. El chico estaba sentado en el suelo, vino con el neopreno y los escarpines puestos 



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